viernes, 21 de septiembre de 2012

Entre espadas

(Un cuento corto)


3:58 am




Un estudiante corriendo a toda velocidad por un malecón, buscando la puerta del almacén B-19; sus pisadas sonaban como el galope de un pequeño caballo. Jadeaba el muchacho, como si el aliento abandonase su cuerpo, estaba desesperado aquella noche de luna llena; el camino se veía muy bien en una calle tétrica y sin faro alguno en toda la avenida.
Por fin - se dijo - el almacén B19; aquí es.
Dio un pocos pasos, entrando al almacén, no podía ver más allá de unos pocos metros; la luz de la luna no es suficiente para iluminar dicho lugar; trató de percatarse si había alguien ahí. Pensó que era el primero...

Qué bien que hayas llegado a tiempo - increpó una voz, escondida en las sombras.

Oh demonios, sabía que  sería complicado - respondió el chico, casi con la voz entre cortada por el apuro y como si reconociese la voz de inmediato - pero jamás a este punto.

El puerto estaba más oscuro de lo habitual debido a problemas de la compañá de luz; pero sin importar qué, esa noche la luna llena no iluminaba el escenario como uno quisiera. Estas condiciones hacía que las cosas mejorasen, o empeorasen para uno o para el otro.
Todo estaría por verse pronto, para mala suerte de ambos.

¿Empezamos ahora o quieres esperar? - Dijo el primer hombre, saliendo de entre las sombras; se notaba que estaba listo para empezar un enfrentamiento, se quitó el blazer negro que llevaba puesto; exponiendo una camisa celeste desabotonada parcialmente, aquel hombre delgado llevaba una gran espada de samurai, afilada.

Debemos empezar a las 4:02 am - dijo aquel chico sacando su espada también; prefiero esperar.

¡Qué listo! En el nivel que nos encontramos la pelea no debería durar mucho tiempo - explicó el hombre delgado acomodándose el cabello.

¿Sabes? Nunca quise que sucediera algo así - respondió el muchacho que se preparaba para el enfrentamiento; pero en este nivel no podría esperarme un rival más digno, Miguel.

Quedan pocos segundos Joaking, ¡alístate! no porque hayas llegado hasta aquí tendré piedad de ti - Dijo Miguel.
Estoy listo para empezar - dijo el muchacho, adoptando una posición de batalla poco ortodoxa - ¿es que acaso no te mostrarás tal y como eres?

Aquel hombre sonrío, pensando en lo orgulloso que se sentía de enfrentar a Joaking; sabía que no le haría fácil la pelea, tenía que dar todo de si; conocía muy bien a Joaking, le faltaría al respeto por no pelear con todas sus fuerzas, hasta incluso pensaba que sería injusto para él mismo ya que arriesgaba su vida sino usaba todo su poder...
Joaking se ha vuelto muy fuerte - penso; pero la fuerza no es suficiente si quiere llegar a completar con su misión.

4:02 am sonó la alarma del celular de Joaking, un sonido chillón, como música para niños.
¡Qué extraño sonido! - pensó Miguel - típico de Joaking, reduciendo la importancia de las cosas con cosas fuera de foco.
¡Nunca cambiará! - se dijo; mientras cambiaba su sonrisa y se llenaba de energía.

De pronto, como un acto de magia y una especie de cadenas de luz que recorrían todo el cuerpo de Miguel se extendieron tres pares de alas con un brillo plateado, y con plumas exteriores tan duras o más que el acero. Las más grandes, están en ubicadas en la parte central de la espalda; y alcanzan unos 3 metros de largo completamente extendidas. Las otros dos pares son más pequeños y unas están ubicadas en la parte superior de la espalda, por encima de las principales; y el último par más pequeño está ubicado en la parte inferior de la espalda;  la figura de Miguel se veía más alta de lo que ya era, y por si fuera poco; su apariencia tranquila y despreocupada había desaparecido... ahora aterraba.

Joaking se puso en un poco nervioso; ya lo había enfrentado antes como parte de su entrenamiento; estaba consiente de la fuerza y velocidad de Miguel, pero de nada le servía preocuparse por eso ahora. Estaba ahí para luchar a muerte, así lo dictaban las reglas; y Miguel no era el más fácil de los oponentes estaba seguro, pero también él se había vuelto muy fuerte.
Joaking apago aquel chillido del celular, mientras desenvainaba su espada; parpadeó.
 De pronto Miguel había dado un salto sosteniendo su espada con ambos manos y cayendo directamente hacia Joaking, como si buscase cortarlo en dos. Joaking lo esquivó en un último momento.
Miguel atacó nuevamente a Joaking, sosteniendo su espada con la mano derecha y abatiendola hacía Joaking. Parecía que el combate que se está librando exigía que sólo uno pasaría a la siguiente etapa.

Es más rápido que en los entrenamientos - pensó Joaking; mientras abatía su espada hacía el tórax de Miguel.
No te engañes niño, con esos movimientos jamás podrás vencerme - dijo Miguel, quien ahora estaba al lado derecho de Joaking, mientras levitaba.
¿Cómo demonios llegó ahí? - se dijo Joaking - Su velocidad es increíble. ¡No puedo esperar menos de un Arcángel!

¿Acaso tú no pelearás con todo tu poder Joaking? - dijo Miguel - ¡No me subestimes! Te dije sólo uno saldrá de acá.

Joaking soltó su espada. Se arrodilló en el suelo húmedo. Y junto sus manos, como si orase.
Gracias a las cadenas de luz que rodeaban el cuerpo de Miguel se podía ver gran parte del escenario ahora; era un almacén donde antiguamente se construían barcos de mediano tamaño, ahora lucía abandonado por el estado de los barcos y repuestos que dejaron ahí. Como si la gente que solía trabajar ahí hubiera dejado de ir de un día para el otro.
De todas maneras, lo más importante es que Joaking había podido observar todo el ambiente; y podía darse cuenta de cómo pelear y que estrategia podría ser la más efectiva en contra de un arcángel.

¡Está listo! - dijo Miguel, mientras levitaba a una altura mayor a la anterior.

De pronto Joaking estaba de pie, con los brazos tensos casi levantándolos ente la altura de sus hombros y de su cadera. Se notaba algo diferente en él; abrió sus ojos, y estos emanaban una luz azul muy fuerte, parecía poseído aquel chico despreocupado... ya no era el mismo.

Ahora sí, ¡Empecemos! - Dijo Joaking, con una voz más fuerte a la anterior; como si su motivación hubiera cambiado de un momento al otro.
Miguel sostuvo su espada por la punta con dos dedos, y la lanzó a Joaking a una velocidad impresionante, la espada debió ir a una velocidad muy rápida ya que se escuchaba como cortaba el viento y se dirigía directamente al corazón de Joaking.

¡Qué absurdo! - dijo Joaking - ¿Ahora eres tú quien me subestima?

De pronto había un muro de espadas, más de 5 docenas de espadas de todos los tamaños girando alrededor de Joaking; por encima de él, de derecha a izquierda, y viceversa. La gran danza de espadas.

Miguel voló hacia Joaking formando un puño con un mano derecha, y uso sus dos pares de alas inferiores para proteger con las menores el tórax y con las mayores, para proteger su rostro; sabía que atravesar ese muro no sería tarea fácil ni para un arcángel.
El filo de las plumas exteriores de las alas principales pudieron romper algunas de las espadas que protegían a Joaking, y le llegó a dar un puño en el rostro de Joaking quien se desconcertó un poco.
Es la primera vez que alguien pasa a través de mi danza de espadas - se dijo, mientras recobraba el aliento; ya que requería mucho control mental para mantener las más de 60 espadas bailando a su alrededor - Se nota que aun me falta recorrer un camino, pero tengo que acabar con él si quiero cumplir con la misión.
Cuando las más de 60 espadas volvieron a su baile, Miguel ya había abandonado el área de Joaking; si bien pudo romper algunas de ellas con sus alas, y llegar al centro para golpear al chico, pues sabía muy bien que no debía quedarse ahí por mucho tiempo; ya que era la zona más peligrosa de todo el campo.

Debes mejorar la guardia - replicó Miguel; mientras levantaba dos de sus dedos y los colocaba frente a su rostro, sin tocarlo; estaba preparando una técnica.
Lo sé - dijo Joaking, mientras movía un brazo con la palma extendida hacia Miguel - después de todo eres una de las personas más cercanas a Dios. ¡No puedo esperar menos de ti!
Miguel pensaba que pasase lo que pasase; el encuentro no debía durar mucho tiempo, porque sino Joaking obtendría la ventaja. ¿Un arcángel temiendo a un chico?
Miguel estaba preparado para atacar con su máxima técnica al muchacho, después de todo, tenía que acabar el encuentro rápido si quería tener alguna posibilidad de vencerlo; y también, por si el chico tenía la habilidad suficiente como para superar dicha técnica, y ser capaz de eliminar a Miguel con algún ataque certero.


Para cuando supo que tenía la energía suficiente para su técnica se dio cuenta de que era muy tarde...
Joaking había prendido un gran salto hacia Miguel, y sus espadas ya no lo rodeaban... Estaban rodeando todas a Miguel apuntando hacia todas partes de su cuerpo; no tenía escapatoria.
¡Muy bien muchacho! - Dijo Miguel sonriendo, mientras sus alas se recogían tratando de protegerlo - ¡Acaba de una vez!
No creo que sobrevivas a mi último castigo - dijo Joaking; mientras todas las espadas se lanzaban hacia Miguel, clavándose en todo el cuerpo del arcángel.

Para sorpresa de Joaking, el cuerpo de Miguel, envuelto por las alas no se podía ver del todo bien, pero noto como emanaba la sangre. Se dio cuenta de que había tocado muchos puntos vitales por las cantidades de sangre que recorrían las alas, y porque el cuerpo del arcángel, aún cubierto, caía hacia el suelo.

Joaking sonrío; esto ha concluido - dijo; mientras perdía el control sobre las espadas, y estas se desprendían del cuerpo ensangrentado.
Se dio media vuelta, dirigiéndose hacia sus cosas. Cuando llego a ellas, se agacho para recoger su mochila y su casaca. Se río.
Maldito - dijo Joaking.
Había notado que la luz del depósito de barcos aun no había desaparecido; si bien es cierto que había decaído bastante, pero el cuerpo del arcángel seguía con las cadenas de luz. Volteó a mirar el cuerpo del arcángel, y para sorpresa de él, noto que Miguel estaba maltrecho, con heridas demasiado graves como para seguir con vida, pero aún así estaba incorporándose con mucha dificultad.
Aún no ha terminado muchacho - dijo Miguel, con una voz muy entrecortada, sin aliento casi - Aún estoy con vida, y con fuerzas para pelear.
Está bien - le respondió el muchacho, otra vez con los ojos encendidos - sino, lo hubieras hecho aburrido, y tú no sueles ser así.

Miguel apunto sus alas principales hacia el muchacho y le proyecto muchas de sus plumas; como si se tratase de un arma de alta revolución.
El muchacho pudo esquivar muchas de ellas con un gran salto, y habiendo recuperado su técnica de danza de espadas que otra vez lo protegía... pero algunas había impactado en sus extremidades, como también en partes no vitales de su cuerpo.
Sí que duelen - dijo el muchacho; mientras Miguel levitaba nuevamente.
Joaking le lanzó una serie de espadas a gran velocidad a Miguel, esta vez tratando de tocar sus puntos vitales a como de lugar.
Lo bueno de la técnica de Joaking es que una vez lanzado las espadas, puede retomar el control sobre ellas y estas vuelven inmediatamente al muro y siguen en la danza. Una gran técnica mental para un muchacho de tan corta edad; enfrentando a un arcángel.
La batalla se mantuvo por unos dos minutos, ambos esquivando o protegiéndose de los ataques a larga distancia del otro.
Miguel no tenía el tiempo suficiente como para cargar energías para lanzar su último ataque; el último castigo de Joaking, la muerte imperial, lo había dejado muy dañado, y para colmo tenía que gastar más energía protegiéndose de los ataques insignificantes del muchacho, o lanzando pequeños ataques hacia él para distraerlo.
Joaking estaba cansándose, lanzar espada por espada a grandes velocidades y haciendo que vuelva es más difícil de hacer que sólo mantenerlas rodeándolo, protegiéndolo. Se dio cuenta de que si quería acabar con esto, tendría que volver a realizar su muerte imperial en un corto tiempo o lanzar todas al mismo tiempo, aunque eso le cueste el control en muchas de las espadas.

Joaking se acerco a toda velocidad hacia el arcángel que levitaba a pequeña altura. Miguel noto que otra vez se acercaba su fin, tenía que actuar como fuese.
Otra vez las espadas empezaban a separarse del cuerpo de Joaking y apuntaban hacia el cuerpo de Miguel; ese era el momento donde el muchacho baja la guardia y nada lo protege.
Miguel usó su técnica; aunque no con toda la efectividad que hubiera querido...
Había sacado una espada por debajo de su brazo, la cual estaba cubierta de una luz más intensa que las cadenas que rodeaban su cuerpo, y expulsaba un rayo directo al corazón de Joaking.

Para cuando el rayo atravesó a Joaking, Miguel había notado que unos segundo más y la muerte imperial hubiera acabado con él definitivamente. Soltó una lágrima mientras veía el cuerpo del muchacho clavado .

La espada que aun sostenía el puño del arcángel se movió; Miguel alzó la mirada y vio al muchacho tomando la espada con ambas manos y sus manos se quemaban por el ardor de la luz. El muchacho había logrado a esquivar el rayo. No le había impactado en el corazón, sino más hacia afuera del tórax destruyendo toda la carne de ese lado.
El muchacho sonrió.
Te descuidaste - dijo Joaking; mientras se esforzaba por mantener la sonrisa con dolor.
Típico de ti, eres muy arriesgado; casi mueres por tratar de acabar conmigo - respondió Miguel.
Muchas de las espadas que te lancé y esquivaste, las deje atrás tuyo - dijo Joaking.
Miguel sólo alcanzo a sonreir, cuando de pronto su boca escupió sangre.
No podría estar más orgulloso Joaking - dijo el arcángel, mientras la mirada se le desvanecía.
Joaking había controlado las espadas que se encontraban detrás de Miguel y estas se clavaron en las partes más sensibles de la espalda de Miguel.
Tres espadas se clavaron en la nuca del arcángel.
Dos entre los pequeños espacios que separan las alas superiores de las alas principales.
Y una se clavó en el espacio libre dejado por el ala principal derecha y el ala inferior derecha.

¡Qué trágico morir así! - pensó Joaking - ¡Nadie debe merecer un castigo como este! Pero en contra de un arcángel hay que asegurarse.

El muchacho se encontraba seriamente dañado por el ataque del arcángel, había quemado su lado izquierdo del tórax, sin mencionar que había quemado seriamente las palmas de sus manos al sostener la espada del arcángel.
Cayó al suelo mirando hacia el techo del almacén y noto que todo estaba oscuro otra vez, como cuando entró al lugar por primera vez.
La oscuridad total tapa los pecados de unos, como si nunca se hubieran cometido - pensó.











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