Era una madrugada calurosa, tanto que se sentía más que en el medio día promedio de aquella tierra dónde Anubis enseño a sus hijos el arte de la caza.
El sol estaba ya saliendo para brindar un nuevo día a los egipcios. ¡Qué día sería! si todos conociesen lo que estaba por acontecer.
5:47 am
Enó había pasado casi toda la noche despierto esperando aquel momento que se le había revelado en un sueño.
Se preguntaba así mismo cómo serían las cosas si el sueño resultase verdad, ¿qué efectos tendría en su vida?.
Estaba completamente ansioso porque empezase pronto, pero no tenía ni idea.
Lo único que le había sido dicho era que cinco minutos antes de las 6:00 am se le presentarían dos figuras de enorme poder que incrementarían sus habilidades; si tuviese el coraje para aceptar lo que le propondrían. No dijeron dónde, no especificaron el lugar... Enó estaba algo asustado por si es que le hubiesen mencionado el lugar y él lo hubiese olvidado. No es típico de mí olvidar los datos importantes, pensó.
Enó estaba recostado en su cama. Cambiado y listo para salir, si la situación lo exigía; usaba un polo negro con el dibujo de una llama ardiente, unos jeans grises, y sus zapatillas casi blancas. Se había puesto lo más cómodo posible por si había que participar en alguna actividad inesperada.
El cansancio se notaba en sus ojos; con tanto pensar, no había sido una noche tranquila; encima que sintió como si la ciudad estuviera viva toda la madrugada.
ring, ring, ring, ring, ring; sonaba la alarma de su celular... 5:54 am. Se levantó de su cama y empezó a caminar alrededor de su cuarto, observando por la ventana... por si veía alguna señal.
De pronto se detuvo y sentía que el calor se incrementaba. No le tomo mucha importancia, después de todo... esto es El Cairo, dijo.
Se acercó a su gaveta y sacó unos fósforos, prendió un incienso que tenía ya puesto en su mesa de noche.
Continuaba impaciente... hasta donde él tenía conocimiento, él era el único con dicha habilidad; como aparecerían dos personas que podían incrementar su poder.
¿Y si sólo fuese un sueño? - dijo en voz alta - ¡Qué idiota, tan impaciente por un sueño! Aunque se sintió muy distinto.
Miro a su celular de nuevo... 5:56 am.
¡Sólo fue un sueño! - repitió, en un tono molesto.
¡Entonces nosotros no estuviéramos aquí! - respondió una voz dentro del cuarto; mientras Enó noto dos sombras extrañas ubicadas justo detrás de él.
Cuando volteó a verlos eran dos hombres grandes, musculosos con el torso desnudo y usando una especie de faldas. Pero eso no fue lo sorprendente, al ver sus rostros notó que había algo extraño en ellos... no eran humanos.
¿Anubis? ¿Horus? - dijo Enó, con una voz entrecortada casi sin poder pronuncias esos nombres.
Hace un tiempo atrás nos trataban con mucho más respeto, se referían a nosotros como dioses - Replicó el sujeto con rostro de halcón, con una voz chillona y aguda.
¡No los juzgues! Esos tiempos ya acabaron - dijo el sujeto con rostro de chacal. Tenía una voz gruesa y una pronunciación muy fuerte.
¿Quiénes son ustedes dos? - Dijo el muchacho, quién se había alarmado al ver a los dos sujetos extraños en su habitación.
¡Fuimos dioses de tus ancestros hace un largo tiempo! - replicaron ambos - Hoy nos encontramos con una misión particular...
La de asesinarte - dijo el sujeto con cara de chacal mientras sacaba una guadaña que llevaba escondida en la parte lateral de su falda.
¿No sabes quien soy, verdad? - dijo el chico.
¡Un elemental de aire! - dijo el sujeto de Halcón, mientras le crecían unas alas y materializaba un largo cetro dorado con forma de la llave de Osiris, y adornos egipcios.
Enó se movió rápidamente y empezó a hacer movimientos con los brazos, como si los atacase de lejos; sin querer tocarlos...
Y fuertes ráfagas de viento empezaron a sacudir todos los objetos de la habitación.
Nada mal - dijo Horus, quien no se inmutaba ante lo sucedido, y el cetro que cargaba empezaba a brillar.
Levantó el cetro y todas las ráfagas de viento cesaron. El chico seguía abatiendo los brazos, pero ya nada sucedía.
De pronto una sombra negra como la noche apareció detrás de él a una enorme velocidad.
¿Qué tal es la anulación de poder? - dijo Anubis mientras tenía su guadaña en la garganta de Enó.
No pensé que mi sueño fuera realidad, y menos que quisieran asesinarme - dijo Enó, con una voz lamentable.
No sirve de nada matarte, sino te vas en paz; entrarás al mundo de Anubis y ahí conocerás de lo que él es capaz - dijo Horus, mientras sus alas se recogían.
Quizás eso sea lo que le hace falta para bajar su ego - dijo Anubis.
¡Soy el único elemental de aire que hay en la tierra y ustedes buscan asesinarme! - replicó Enó.
Aún eres débil muchacho - dijeron ambos dioses.
¡Pensaba ser más habilidoso que cualquier humano promedio! - dijo Enó - Pero hoy me demostraron que hay seres más fuertes que yo. Nunca pensé que dos dioses extintos se aparecieran y acabaran conmigo en unos segundos.
¿Extintos? - dijo Anubis haciendo un leve corte en la garganta del muchacho.
¡Está listo! - dijo Horus.
Anubis clavó la guadaña lo más profundo en la garganta del muchacho y tiró hacia la derecha desmembrando el cuello del muchacho quien perdió la vida instantáneamente.
Lo último que Enó observó fue a Horus mirándolo fijamente, mientras sus alas desaparecían... de pronto estuvo todo negro.
Enó se encontraba en un lugar oscuro. Muy oscuro y amplió.
No puedo ver ni mis manos frente a mi rostro; se dijo el muchacho.
¡Hace mucho frío! - dijo en voz alta, con la esperanza de que alguien pudiese escucharlo - ¿Habré estado soñando?
¡No! ¡Fue real! - seguía hablando en voz alta - ¡Sentí el frío de su metal en mi garganta!
¡Estoy muerto! - dijo, mientras se lamentaba.
¡No lo estas! - dijo la voz del chacal, que al parecer estaba muy cerca a él
Enó se pusó en estado de alerta, con los brazos en alto, girando la cabeza a todos lados por si percibía la presencia de alguien acercándose a él. Era en vano, en tal grado de oscuridad no podía observar nada... sólo podía confiar en sus oídos; tener la esperanza de oír los pasos aproximándose, nada más.
¡Estoy a 60 centímetros detrás tuyo! - dijo Anubis riéndose.
Enó volteó lo más rápido que pudo y trato de dar unos golpes.
¡Cálmate! - dijo Horus.
No puede ser, ¿ambos están aquí?; pensaba Enó.
Si no estoy muerto, ¿dónde estoy? - dijo el muchacho.
A un paso de morir, a un paso de vivir - dijo Anubis mientrás se reía, y su voz parecía alejarse del muchacho.
¿¿¡¡Qué!!?? - dijo el muchacho sorprendido por la respuesta.
¡Estás parado en nuestro mundo! - dijo Horus, mientras se iba iluminando todo el lugar.
La luz mostró un lugar extraño. Sin piso donde colocar los pies, sin techo, sin paredes, sin cielo, sin tierra, sin frontera visible; sólo se veía que todo el lugar; o el mundo estaba rodeado por arte egipcio pintado a grandes escalas, pero no eran paredes, no podías acercarte ni alejarte de aquél fondo que rodeaba todo el lugar. Era como si los cielos que rodearan al mundo estuviera pintados de ese color, pero no había forma alguna de tocar esas paredes... no había sensación del espacio.
¿Extraño, no? - dijo Anubis.
¿Por qué no estoy muerto? - dijo Enó, cada vez más sorprendido - ¿Y qué hacen ustedes dos acá? ¿Guían mi alma?
No estás muerto - dijo Anubis riendo - A las personas que asesino con mi guadaña no pueden morir, pero tampoco están vivas. Simplemente sus almas se colocan en un estado de reflexión, sin poder realizar movimiento alguno porque carecen de energía. Y sus cuerpos dejan de moverse.
Estamos aquí para entrenarte - dijo Horus, que se acercaba al muchacho -Cómo habrás notado no puedes desplazarte, todos tus movimientos son en el mismo lugar, crees poder moverte... pero es cómo si estuvieras encerrado en una burbuja estática... y no te deja realizar movimiento alguno que te permita liberarte de sus límites.
¿De qué hablas? - respondió Enó; quien no había notado lo que dijo Horus, mientras intentaba acercarse en vano a Horus que estaba a 5 centímetros hasta donde su brazo extendido completamente llegaba. Sus dedos no eran capaz de acercarse más, por más que moviera las piernas para correr o impulsarse de un salto.
Cuando domines nuestras técnicas serás mucho más fuerte que nosotros quizás - decía Anubis mientras flotaba de por atrás del muchacho, pasando por encima de él y llegando hasta unos 2 centímetros de la palma aun extendida de Enó, estando Anubis mirándolo a los ojos; él con la cabeza hacia apuntando hacia donde debería haber un suelo.
Aun te falta mucho - dijo Horus - Un verdadero elemental, controla su elemento a la perfección sin hacer un solo movimiento de su cuerpo.
¡Tú en cambio agitas los brazos en ciertas formas! - continuó Anubis - Haciendo predecible tus ataques, y cual será tu siguiente movimiento.
El poder de la mente sobre tu elemento debe ser total - siguió Horus, quien se sentó en posición de meditación, mientras sus alas, ya extendidas, se materializaban - Encárgate hermano.
Horus cerró los ojos y no volvió a pronunciar palabra alguna.
¡Es hora de que conozcas el sufrimiento! - dijo Anubis mientras reía.
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